Sus racimos apretados son el sello distintivo de esta variedad inusual. Casi olvidada por completo en la memoria reciente, las viñas de Prieto Picudo todavía se pueden encontrar en algunos viédos antiguos. Incomparable en su exuberancia con aromas casi exóticos y sabores que emergen de la copa. Seductoras notas a regaliz y chocolate compiten con matices de mora y ciruela en el paladar. Envejecido en el mejor roble francés durante 15 meses, aumenta su voluptuosidad obteniendo un vino equilibrado con un largo y elegante final. Bajos rendimientos y escasas plantaciones dan lugar a este vino singular, disfrútelo mientras pueda.